Los Cyber Cuentos son todo lo que tengo. Es la idea más brillante que se me ha ocurrido y podemos agregar con justicia que no es gran cosa. Es la necesidad, entre los jóvenes, de expresar sus ideas; tontas, repetidas, originales, tortuosas, coherentes, polémicas, incoherentes y etcéteras.
De algo puedo estar orgulloso por un tiempo: soy joven. Sin embargo, no he llegado a los 35 años, hecho que me coloca fuera de la denostable banda de “jóvenes” escritores que publican. En mi barrio a esa edad lo último que te dicen es joven. Pero hete aquí la primera diferencia con el mundo. Y una buena excusa para pretender un poco de atención.
Podemos encontrar pretextos para justificar la falta de oportunidades pero a mí no me convence ninguno. Podemos encontrar testimonio de la enorme torta de dinero que se reparten las editoriales del país en detrimento de algunos escritores y tampoco me importaría demasiado. Algunos ni merecen mención. Podemos criticar a los grandes medios o grupos económicos por el escandaloso monopolio cultural que atrasa el crecimiento de la crítica intelectual. Podemos emborracharnos con la falta de consideración, intolerancia, escasez de recursos (así de contradictorio es el asunto) y demás actitudes pero no vale la pena, estimado lector o generosa lectora.
Por lo que a mí respecta, debo agradecer con cuentos y no con quejas que usted lea mis famosos textos.
Por cierto, debo mencionar al desprevenido, que para el Proyecto han sido publicados otros cuentos: de Federico von Baumbach y Leandro Damián Sánchez, uno escritor joven y futuro periodista y el otro escritor joven y futuro cineasta. Aquellos que deseen leer esos cuentos solo tienen que acercarse a la Web oficial del Proyecto:
No he podido publicarlos en este libro debido a unas diferencias legales con alguna Institución que no vale la pena mencionar por lo que ahora solo puedo mencionarlas desde aquí para que ustedes se acerquen a la obra de estos jóvenes escritores a la Web.
Al compilar los textos he encontrado distintas influencias para cada cuento. Influencias que han sido filtradas por mi actual posición literaria (de la cual tampoco estoy muy convencido). Hay muchos giros, intenciones y estilos por los que he transitado que ya no me atraen, aunque en la presente edición, por fidelidad al Proyecto y para no traicionar mi historia, no han sufrido cambios importantes. Debo aclarar que los textos se suceden en orden caótico. La Cronología no es mi fuerte, como verán en algún texto, ni se puede encontrar una matriz de ordenamiento. El Capricho, lamento decir, ha ordenado las historias para al agrado del Capricho mismo.
Aquellos que han guardado los envíos podrán notar las sutiles diferencias con respecto a los anteriores cuentos aunque solamente los fanático pueden encontrar “Segundo Piso Ascensor” y decir que es suyo porque ni el autor del cuento ni nadie que el autor conozca tiene ese envío. Si bien está registrado a mi nombre, el Destino ha querido robarme todas las copias y/o borradores (odio cuando leo en algún texto “y/o”).
Siguiendo con la mística del escritor, se pueden mencionar aquellos pequeños textos originados en la curiosidad por completar una pequeña hoja de unos 10 x 15 cm con frases o reflexiones nacidas de su verba y que se regalaban en el bar de alguna facultad, en la mesa de alguna biblioteca, en la cantina de algún barrio y diversos lugares, uno más extraordinario que el otro. Cada uno de esos textos es manuscrito, original y único. De un lado se podía leer; a modo de título, una frase con la firma del autor, una dirección de mail y fecha de creación, y al dorso; el texto en sí. Y para quienes no se agotaron, todavía se puede encontrar “Creaciones”: mi primer libro con pequeñas anotaciones. Rescatable por sobre todo la tapa del mismo.
A ti, fanático lector, escribo estas líneas: guarda como oro esas copias porque quizá las encuentres útiles en un futuro no muy lejano, aunque más no sea para coleccionar algo de un mínimo valor. Tengo el corazón fuerte y se que puedo olvidarme de mi pasado sin sufrir más que un Irreversible trauma. Si tú posees alguna de todas estas copias, se bueno; no me lo menciones.
A diferencia de Borges (una de las miles que nos caracterizan), a quien le desagradaban los prólogos, en este sector del libro que siempre consideré de íntima relación con el lector debo confesar que me invade la torpeza y me tropieza la gula. Me hubiera gustado evitar el prólogo y/o (odio... “y/o”) cualquier epílogo. Sin embargo me gustaría tenerlo/la a mi lado para discutir largamente sobre temas sin importancia o de extrema dureza ontológica. Lamento evidenciar con tanta claridad mi necesidad de lo que sea que esto signifique pero estoy seguro que quien lea estas líneas sabrá focalizar esa mueca que vale todo el libro. No se sorprenda si ve desprenderse una lágrima de mi mejilla pues tarde o temprano entenderá el por qué de semejante emotividad.
Sin más que a la espera de lo que depare la torta sorpresa de cumpleaños...
De algo puedo estar orgulloso por un tiempo: soy joven. Sin embargo, no he llegado a los 35 años, hecho que me coloca fuera de la denostable banda de “jóvenes” escritores que publican. En mi barrio a esa edad lo último que te dicen es joven. Pero hete aquí la primera diferencia con el mundo. Y una buena excusa para pretender un poco de atención.
Podemos encontrar pretextos para justificar la falta de oportunidades pero a mí no me convence ninguno. Podemos encontrar testimonio de la enorme torta de dinero que se reparten las editoriales del país en detrimento de algunos escritores y tampoco me importaría demasiado. Algunos ni merecen mención. Podemos criticar a los grandes medios o grupos económicos por el escandaloso monopolio cultural que atrasa el crecimiento de la crítica intelectual. Podemos emborracharnos con la falta de consideración, intolerancia, escasez de recursos (así de contradictorio es el asunto) y demás actitudes pero no vale la pena, estimado lector o generosa lectora.
Por lo que a mí respecta, debo agradecer con cuentos y no con quejas que usted lea mis famosos textos.
Por cierto, debo mencionar al desprevenido, que para el Proyecto han sido publicados otros cuentos: de Federico von Baumbach y Leandro Damián Sánchez, uno escritor joven y futuro periodista y el otro escritor joven y futuro cineasta. Aquellos que deseen leer esos cuentos solo tienen que acercarse a la Web oficial del Proyecto:
http://personales.ciudad.com.ar/malditolukas/cybercuentos
y ahora tenemos esta
http://proyectocybercuentos.blogspot.com
y ahora tenemos esta
http://proyectocybercuentos.blogspot.com
No he podido publicarlos en este libro debido a unas diferencias legales con alguna Institución que no vale la pena mencionar por lo que ahora solo puedo mencionarlas desde aquí para que ustedes se acerquen a la obra de estos jóvenes escritores a la Web.
Al compilar los textos he encontrado distintas influencias para cada cuento. Influencias que han sido filtradas por mi actual posición literaria (de la cual tampoco estoy muy convencido). Hay muchos giros, intenciones y estilos por los que he transitado que ya no me atraen, aunque en la presente edición, por fidelidad al Proyecto y para no traicionar mi historia, no han sufrido cambios importantes. Debo aclarar que los textos se suceden en orden caótico. La Cronología no es mi fuerte, como verán en algún texto, ni se puede encontrar una matriz de ordenamiento. El Capricho, lamento decir, ha ordenado las historias para al agrado del Capricho mismo.
Aquellos que han guardado los envíos podrán notar las sutiles diferencias con respecto a los anteriores cuentos aunque solamente los fanático pueden encontrar “Segundo Piso Ascensor” y decir que es suyo porque ni el autor del cuento ni nadie que el autor conozca tiene ese envío. Si bien está registrado a mi nombre, el Destino ha querido robarme todas las copias y/o borradores (odio cuando leo en algún texto “y/o”).
Siguiendo con la mística del escritor, se pueden mencionar aquellos pequeños textos originados en la curiosidad por completar una pequeña hoja de unos 10 x 15 cm con frases o reflexiones nacidas de su verba y que se regalaban en el bar de alguna facultad, en la mesa de alguna biblioteca, en la cantina de algún barrio y diversos lugares, uno más extraordinario que el otro. Cada uno de esos textos es manuscrito, original y único. De un lado se podía leer; a modo de título, una frase con la firma del autor, una dirección de mail y fecha de creación, y al dorso; el texto en sí. Y para quienes no se agotaron, todavía se puede encontrar “Creaciones”: mi primer libro con pequeñas anotaciones. Rescatable por sobre todo la tapa del mismo.
A ti, fanático lector, escribo estas líneas: guarda como oro esas copias porque quizá las encuentres útiles en un futuro no muy lejano, aunque más no sea para coleccionar algo de un mínimo valor. Tengo el corazón fuerte y se que puedo olvidarme de mi pasado sin sufrir más que un Irreversible trauma. Si tú posees alguna de todas estas copias, se bueno; no me lo menciones.
A diferencia de Borges (una de las miles que nos caracterizan), a quien le desagradaban los prólogos, en este sector del libro que siempre consideré de íntima relación con el lector debo confesar que me invade la torpeza y me tropieza la gula. Me hubiera gustado evitar el prólogo y/o (odio... “y/o”) cualquier epílogo. Sin embargo me gustaría tenerlo/la a mi lado para discutir largamente sobre temas sin importancia o de extrema dureza ontológica. Lamento evidenciar con tanta claridad mi necesidad de lo que sea que esto signifique pero estoy seguro que quien lea estas líneas sabrá focalizar esa mueca que vale todo el libro. No se sorprenda si ve desprenderse una lágrima de mi mejilla pues tarde o temprano entenderá el por qué de semejante emotividad.
Sin más que a la espera de lo que depare la torta sorpresa de cumpleaños...