En mi vida tuve tanta suerte: me rompí la rodilla, lo escribí a modo de crónica, una chica lo leyó y se enamoró durante unos meses de mí y años después empecé a mandar estas crónicas por email.
Desde entonces esa rueda no para de girar aún en mis momentos de extremo cansancio.
Desde entonces esa rueda no para de girar aún en mis momentos de extremo cansancio.