Negro y violeta

No es nunca excusable ser malvado
pero hay cierto mérito en saber que se es;
y el más irreparable de los vicios
es hacer el mal por tontería.
Charles Baudelaire


Sobre mi esquizofrenia se puede decir tanto o más que las horas de una noche en Finlandia. Hay indicios de todo tipo. Hay quien de sólo mirarlas, hace temblar a las hojas de un árbol… y es tildado de loco. Entonces, con tan pocas posibilidades, prefiero jugar a ser más de los que pueda. Bienvenido, estimados, a mi recoveco más perverso.
-Y cuénteme que dice de nuevo...
-A ver... le cuento que ya no tengo pareja. Que estoy estudiando para dar el último final y que vivo cada segundo al máximo.
-¿Será para tanto? ¡Mire que me sorprende usted!
-¿Por qué?
-Porque resume todo con un nivel tan... ¿cómo decirlo?
-Resumido- dije y no pude contener la risa.
-Distante...- ella aún sonreía y mostraba sus dientes. -Sonría, si, si.
-Ya me acostumbré a los cambios, corazón. Nada es eterno. Así que ¿para qué aferrarse?
-Cambios en el corazón, la podría corregir.
-No, no- parecí ofuscarme.
-De todas formas, es fuerte ese ¿para qué aferrarse?
-Espéreme- alguien se me acerca y habla al oído. Alguna frase, alguna propuesta, a mí no me interesaba, a mí solo me importaba este momento conmigo mismo, con ella misma, con él mismo y que no se aparezca nadie más porque solo quiero estar con él aunque más luego quiera estar con ella y siendo yo él y ella al mismo tiempo, como quien lee y “es” de quien se escribe.
-La espero.
-“Corazón” fue referido a usted. Como un cariñito, ¿se entiende?- dije cuando se alejó aquél del susurro atrevido.
-Se entiende. Lo mío fue ironía. ¿Por qué no funcionó su pareja? Hacía rato que estaban juntos si mal no recuerdo (léase, si mal no lo envidio)
-Hace rato- dije riendo.
A mí no me causaba gracia:
-¿Cuánto tiempo?
-7 meses. No funcionó porque no quisimos que funcionara y porque no pudimos hacerlo funcionar.
-¡Oh! Tanto tiempo tratando que funcionara; ¡ni que fuera un parto!
-Casi...
-Tal vez... ¿amigos de la infancia?
-No- aclaré febrilmente- Nos conocimos hace 9 meses.
-Ah, y a los dos meses empezaron a salir; bien, muy bien...Supongo que ahora estará enfocada en lo suyo.
-Siempre lo estoy.
-¿Ha hecho el duelo correspondiente?
-¿Duelo?
-¿Tan poco merece el pibe?- quise interceder cual peluche.
-Cuando hay entendimiento el duelo es innecesario.
-Entreteniéndola durante tanto tiempo... ¡se merece un duelo! ¡No sea tan abierta!
-¿Por qué no?
-Mejor suena openminded- dije sin evitar la obviedad.
-Si fuera cerrada estaría llorando ahora mismo.
-Ah, entonces; merece el llanto si usted fuera cerrada. ¿Y en qué fecha rinde su final, último?
-17 de diciembre.
-Un miércoles de 2003.
-Así es.
-¿Y el resultado es en el momento?
-El 17 de diciembre; es oral.
-Ah, lindos exámenes.
-Sí, me encantan.
-Uno tiene que estudiar "en serio".
-No crea- dije y lo hice reír.- Cuando la guitarra esta afinada el estudio no es pa´ tanto.
-¿Viene afinada?
-¡Años de afinación tiene!- y reí.
-Eso es bueno. ¿Descansa con alguna vacación?
-No lo sé. No hay plata por ahora, salvo que alguien invite, vió.
-Pero si alguien aparece, el lugar ya lo tiene pensado.
-No.
-Entonces la invitación puede ser a cualquier lado.
-Es más divertido que surja en el momento.
-¡Usted agarra viaje! (Nunca mejor dicho) – Ella rió porque no esperaba la idiotez del comentario y, para qué negarlo, también lo hice yo.- Lo más probable es que la invite a lugares que no puedo pagar o lugares que jamás conoceré o lugares que no merecen ser visitados. Por eso le pido, no me haga caso, pero valore la intensión.
-Juguemos un rato... ¿adónde me invitaría?
-¿Cómo se escribe “intensión”?
-Intención, con “c”.
-Ah, me parecía- dije como distraído aunque estaba con los caballos de fuerza en su máxima potencia pensando un lugar en el mundo.- Me ha desasnado una vez más. Mire, la invitaría a un lugar oscuro, pero oscuro de reputación, para descubrir que es luminoso; luminoso de reputación. Con un mochila y alguna bebida espirituosa como único equipaje... Aunque, pensándolo bien, la invitaría a lugares hiperturísticos- dije pero su rostro se apaciguó.
-Prefiero el lugar oscuro.
-¿En serio?
-Totalmente.
-Bueno, sería una buena oportunidad para conocernos...
-Me aburrieron los lugares luminosos y turísticos. Es hora de descubrir cosas nuevas.
-Porque vea que considero que podríamos conocernos más en un lugar oscuro que en uno luminoso (frase dura para pronunciar). Uno de esos lugares sería... ¡cha chan cha chan!- y ella rió a pesar de mi pedantez.
-¡A ver!
-(Espérese que el sobrecito no se abre)- dije y ya no reía pero le causaba gracia.- ¡Cha chan cha chan! La casa quinta de mi amigo Augusto. Ahora le pertenece.
-¿Ése es un lugar oscuro?
-Antes era de su tío- dije levantando la mano para que oigan el resto de la historia- Era del tío de Augusto: un tío malo, borracho, que hace unos días apareció al pie de la tranquera... ¡muerto!- Ahora su rostro perdía la gracia- Oh, ah, uh, eh- y ella reía- Y lo mejor es que hacía cuatro días que estaba allí: sin un ojo y con el perro fiel, a su lado, echado en el pasto viejo.
-Qué asco.
-Imagínese. Partido de 9 de Julio. Y la leyenda del tío malo. Habitar la casa por unos días. Llegar a 9 de Julio y escuchar de la gente su artillería pesada de chismes contra la memoria del viejo de 72 añitos.
-Qué feo.
-Darle de comer al perro. ¿Se imagina?
-Eso no se hace. Mire, yo por el contrario, lo invitaría a que escribiéramos o escribiésemos juntos, en una noche, bajo un árbol, un guión teatral. Café y cigarrillos mediante.
-El público estalla pero enmudece. Captó mi atención- susurré realmente atento.
-Es más divertido invitarlo al lugar más oscuro que existe: La Mente.
-Dígame... ¿le parece al costado de alguna ruta?- yo pensaba fascinado- Puede ser... puede ser peligroso... puede ser peligroso para el mundo.
-Pero divertido y desafiante.
-No para nosotros. Vea, señorita, que tiene razón- me desdije.
-La razón es un Don que poseen unos pocos, entre los cuales... yo… no estoy.
-Vea que tiene razón... nuevamente.- dije para ver sus dientes.- Pero creo que podríamos encontrarnos en cualquier lugar y no sería exacto el resultado. Deberíamos pensar también bajo qué árbol.
-¿De qué resultado habla?
-¿Abandonarse a la mente, dice usted?
-Imagínese lo que podría pasar... es como un efecto elevador. Hasta podría enseñarle algún…
-Sabe que podríamos imaginar (como exactamente este momento lo confirma)…
-… mantra para que estemos en la misma frecuencia vibratoria.
-¡Caramba, veo que se ha instruido! Suena interesante...
-Lo es...
-Pero imagínese que ahora es de noche. Si puede, imagínese que el techo de esta casa es la copa de algún árbol cansado de ver pasar el sol, aburrido de ver crecer el pasto a sus pies. Imagínese que tiene a mano un cigarrillo.
-Lo tengo.
-Por supuesto, no esperaba otra cosa.
-Es más... hoy... fui un árbol.
-¿Y cómo me explica eso?- dije mirándola con el oído. No pude precisar si ya estábamos escribiendo el guión.
-Extendí mis raíces hasta el centro de la Tierra y tomé su energía. Luego extendí mis ramas hasta el centro mismo del cosmos y tomé su energía. Ahora la estoy compartiendo con usted.
-No, ahora no... Desde antes lo hace.
Hice silencio.
Hice silencio.
-He descubierto un mundo nuevo, ¿sabe? Y mucho más rico que cualquier otro mundo que haya conocido.
-“Allí dónde se ve la oscuridad yo veo un mundo único”. No recuerdo quién lo dijo pero parece atinado.
-La oscuridad es inexistente, ¿sabe? Solo basta con abrir los ojos y allí estará la luz.
-Como en su foto- dije señalando la imagen de una mujer, apenas delineada en dorado, con una bola de luz entre sus manos.
-Exacto.
-Exacto. Y dígame... ¿Cuál sería la primer palabra del guión?
-Un Grito y luego un Suspiro.
-Bien pensado...
- Y luego Silencio. Y terminaría de la misma forma y en el mismo orden. El resto sería solo relleno.
-Me come los ojos con sus palabras que el silencio en mi cabeza le pone sonidos a mi corazón, que palpita desencajado por esa imagen que me acaba de mostrar.
-Hoy pensaba... quiero escribir un libro.
-Pero...
-Dicen que...- él me interrumpe.
-¿Cómo, usted no escribe?
-Escribo pero no libros.
-Claro... pero escribe al fin... Y ¿qué dicen?
-Dicen que para ser "completo" hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Yo todavía no hice nada de eso. Debería empezar por algo, ¿verdad?
-Debería empezar por algo, tiene razón. Pero no creo que sean esas las cosas que a uno lo hagan completo. Porque le juro y le perjuro que se pueden hacer en un instante esas tres cosas...
-Yo tampoco lo creo.- Hice silencio y lo miré a los ojos traviesos que no veía en mucho tiempo.- Hacía tiempo que no hablábamos nosotros...
-Sabe que pensé esa misma frase, aunque en otro orden.
-¿Cómo la pensó?- me distrajo.
-Nosotros...- hice una pausa - hace tiempo que no hablamo´... así, sin ese.- Y oí su risa- Pueden ser varios los motivos que nos alejaron. ¿Sabe que perdí la brújula y creo que ayer la encontré?
-Interesante.
-Apunta para cualquier lado ahora.
-¿Hacia dónde la encontró?
-Descocada, la encontré. Pa´ tras. Pero si me enderezo quedará pa´ delante.
-Yo me compré una brújula en mi último viaje. ¿Será que andábamos sin rumbo por el universo?
-Previsibles... siempre apuntan para allá... ¡pa´ l norte! Creo que lo confirmé: andamos, nomás.
-Y bueno... será cuestión de comenzar por otro camino y listo.
-¿Qué sacamos de positivo de esto? Que todavía andamos.
-No es pa´ tanto.
-No lo es, claro está...
-En realidad, nunca dejamos de andar aún cuando no lo percibamos. El tema está en "andar" para donde uno anhela llegar.
-No, corazón. El problema... el problema es el anhelo.
-¡Claro, hay que eliminar el anhelo! Eso le decía hoy a alguien; eliminar posesiones y pasiones.
-¿A quién castigó con semejante reflexión?
-No lo digo yo, corazón, lo dijo Budha hace miles de años atrás: “el deseo es lo que nos tiene atados”.
-Eliminar el deseo. Para mí, un duro trabajo.
-Liberarnos del deseo es ser libres de verdad.
-Sabe que... cada día lo intento.
-Para todos es duro... pero ése es El trabajo.
-Pero fracaso como el más perdedor en un Casino. Tengo endeudado hasta los nervios de tanto apostarle a la “eliminación del deseo”. ¡Ya no me pongo nervioso! No como antes por lo menos... He perdido la sensibilidad.
-Por el contrario...- dije y él hablaba aún.
-Hay cosas tan efímeras, que me nefregan...
-Ha ganado en sensibilidad y se ha despojado de "boludeces".
-Es un punto de vista, claro. Pero el entorno hace fuerza constantemente para que no suceda esto porque cuando uno quiere algo y no lo tiene y ni se preocupa por tenerlo, obtenerlo... hacen fuerza contra la propia voluntad...
-¡Claro!- grité- la pregunta es: ¿Quién es más fuerte?
-Y volvemos al principio- murmuré resignado-; el Saber... anhelo por Saber... ¿quién es más fuerte?
-Grito, Suspiro... Silencio.
-¡Increíble! ¡Cómo un círculo!- dije y pensaba en el guión teatral debajo del árbol.
-Exacto. Está todo escrito. Solo hay que esperar que baje el libreto.
-Combinar de manera polémica las palabras, vuelve ricos textos pobres. Porque el lector los carga con su presente. Un presente que, cuando pobre, el texto no conocía.

Hubo un segundo silencio.
Hice otra vez un silencio de manos.

-Sabe...
-Diga...
-Me aburrí de ser responsable... ahora quiero jugar... aunque suene raro... pero se puede ser adulto jugando... así...
-No. Porque siendo adulta engaña la idea del juego. Se engaña usted misma: se juega sin ser adulta, corazón.
-Y puedo jugar siéndolo- retruqué.- ¡No se me cierre justo ahora, corazón!- hice que se riera al exclamar- Estábamos cerquita del centro; no se aleje.
-No me cierro, no me cierro. Pero sabe que creo que de verdad tiene muchas ganas de jugar... aunque de verdad le cuesta no ser responsable. Dos fuerzas: una domina a la otra.
-El equilibrio entre ambas es la salida.
-Cuando el sistema por dentro se estabiliza, un elemento externo debe romper las reglas y cambiar el dominante. Es inevitable que el equilibrio se rompa.
-¿Usted cree que vive en equilibrio?
-Para nada.
-Le cuento un secretito: vamos y venimos entre dos polos opuestos. Esos polos son las paredes del karma, tanto un extremo como el otro, son "negativos" y desequilibrados porque los extremos... los extremos son extremos. Entonces llegar al centro entre los polos es llegar al equilibrio: el bien y el mal, los claro y los oscuro, lo feliz y lo triste. Son extremos polares. En el centro está la Nada, el Gran Vacío.
-Sabe que me parece... que ser nada... es utópico... pero que la búsqueda... es noble... y genera respeto.
-Punto para usted: ¡acaba de encontrar el centro!
-Gracias por guiarme.
-Son pocos los que llegan a esa conclusión.
-Me ha costado mis cobres, le cuento. No me molesta decirle que me avergüenza.
-Lo que vale cuesta... ¿qué cosa lo avergüenza?
-Que a veces sea tan evidente el castigo que he recibido por el peso de la reflexión. Castigó hasta mi piel.
-Solo probando los extremos se llega al centro.
-¡Vea! Ya estoy siendo extremista.
-Una vez que encontramos el centro debemos permanecer ahí y esa es la tarea menos fácil. ¿Leyó “El Kybalion”?
-No lo leí pero es la cuarta persona que me lo recomienda.- Aunque no sabía a qué “persona” me refería.

Hubo un silencio. Esta vez bien largo.
Hubo un silencio más. Esta vez eterno.
Largo como la nota que cierra la Suite n° 4 en Mi sostenido menor de Johann Sebastián Bach.
Largo como la marea de invierno en el polo norte.
Mi cabeza rodaba por un abismal campo de maíz y cerdos en plena recreación.
Tenía ganas de estrangular una rosa… solo para destruir algo hermoso.
Varios violines acordaban el Mi sostenido menor.
El oleaje me aturdía.
Y la pluma caía sobre un colchón de barro, una vez más.
Y mis pies se helaban sin remedio.

-Me buscan.- dije cuando la doctora y el enfermero se acercaban con jeringas en sus manos.
-Ups- dije con mis ojos cerrados.
-Me están echando de usted. Como siempre, es un placer.
-Un placer de placeres hablar con usted.
-La quiero mucho.
-Hasta otro guión.

Grito... Suspiro... Silencio...