La prostituta del Rey

Hacer de cuenta que no pasó nada: pretender. Supongo que habrá querido decir pretender que el aire es puro, pretender que estoy alegre y sonriente aunque me hayan arrancado una uña y el dedo este verde y violeta de alegría. ¿Cuántas veces dije que había que ahorrarse las energías para la batalla final? Muchas. Y pretender no es el camino... aunque a esta altura.
Me gritaban que con un dedo en el culo podía saltar, pero que si nadie se atrevía a tocarme, jamás haría nada... (a modo de babosa).
Yo no entiendo cómo, siendo las personas que le damos de comer a los mismos de siempre, nos dejamos dominar como si fuéramos los que sirven ¡¡Los que sirven son ellos!! ¡¡Los que elegimos, nosotros!! No puedo entender por qué seguimos viendo sus deseos como nuestros anhelos. Debería darles vergüenza a todos los que hablan del hambre y la falta de ideas cuando se preocupan nada más que de sus pertenencias ¿Es que no hay nadie con sueños? ¿Es que nadie piensa que podemos estar mejor? ¿Es que todos cobran? ¿Tan raro es que se regale?
Voy a lavarme las manos por última vez porque a partir de este momento mis manos van a sufrir el desgaste de la mugre del obrero. Mis manos van a trabajar por todos esos que escarban en la basura. Mis manos van a ensuciarse por todos esos que ya no se ensucian más las manos. Y las lágrimas que ya derramaron van a colmar mi sed. Porque lo único que me va a saciar va a ser la Justicia. Porque espero respuestas, me animo sola. Me animo y que me oigan. Porque me van a oír. Ya no cierro más los ojos, ya no espero más un masaje relajante, ya no quiero más condolencias. Los nervios van a ser tan desgarradores por dentro que por fuera seré irreconocible.
¿Acaso hay poca gente que piense? ¿Acaso soy una isla? ¿Acaso no hay un murmullo generalizado que demuestra un descontento “generalizado”?
Son las mismas preguntas de siempre. Esas que todos conocen. Esas que conocen de respuestas ágiles y orgullosas pero que escasean en estos días. ¿Quién se anima a responder? ¿Quién se anima a ir en contra? ¿Quién no se cansó de que persigan perejiles en lugar de peces gordos? “El miedo es lo que nos tapa”, me dicen los rumores; ¿el miedo a qué? ¿a perder la dignidad? ¿a perder los beneficios? ¿a perder nuestro espacio? ¿a perder nuestro trabajo? Hemos perdido todo eso y hay muy pocos que conservan alguna que otra seguridad. Es hora del último quiebre. Es hora de levantar la copa y apuntársela a la cabeza a la apatía que aplaude en el palco. Cortarle los víveres a la idiotez. Comparar, comparar todo el tiempo y hablar, hablar con un tono más agresivo...
¿A vos te gusta que te usen? No (supongo). Entonces, ¡no te dejes usar! Porque si nadie se queja es porque esta todo en orden. Y si hay algo de lo que estamos seguros es que no hay nada en su lugar. Por lo tanto: ¡QUEJÉMONOS!
Exijamos a los periodistas más compromiso.
Exijamos a la televisión más seriedad.
Y con esto termino: si Moria Casán tiene un horario fijo y Adrián Suar es jefe de un canal “es” porque sus ideas simplonas, vacías, poco creativas y de escaso cuestionamiento al sistema tienen el ráting bien alto que les asegura un espacio de opinión: el problema no está en ellos. ¡El problema es de los que le dan el ráting que tienen! ¡El problema es mío! ¡Y si yo hago lo que hago y no me quejo, no pataleo, no me enojo! ¡Para qué vivo!
Señoras y señores, les guste o no, hasta aquí llego yo: han colmado mi paciencia. He oído y ahora es mi turno.